viernes, 11 de marzo de 2011

amor en rojo y blanco.

Tenía 2 años la primera que entré en el Calderón, y me enamoré de tus colores.
Mis recuerdos sobre el primer día que pisé mi casa, no soy muy nítidos, pero es algo que recuerdo si hago un pequeño esfuerzo.
Iba con mi elástica rojiblanca, dos coletas,una blanca y una roja, mi pañuelo del Atleti y una sonrisa de oreja a oreja.
Fui al FRENTE ATLÉTICO, con mi tío (no sé como se atrevió a meterme allí tan pequeña) y perdimos.
Desde ese día me enamoré de esos colores, y me juré defenderlos a muerte, más que a mi propia vida, y amarlos, cuidarlos y respetarlos, hasta más allá de la muerte, porque, cuando me muera, animaré desde el cielo.
Son ya casi dos décadas desde aquel día, y aquí sigo, amando a ese escudo.
Somos como un matrimonio, pasan los años, tenemos nuestras crisis, a veces quiero dejarlo, a veces parece que pierde para que lo deje, pero no puedo vivir sin él.
Llegaron el Doblete del 96, el descenso, el ascenso, la vuelta a Europa,el Doblete del 2010...
Vinieron y se fueron muchos jugadores: Kiko,Simeone,Pantic,Maxi,Torres,Forlán,Agüero...
Me hice Voluntaria ATM por amor a ti, por conocerte más profundamente, por intentar devolverte una mínima parte de lo que tú me das.
Defendí lo indefendible con "amigos" vikingos, llegando a enfadarme con ellos, lloré de rabia, de impotencia, de sufrimiento. Creí en ti, venciste, saliste campeón, volvimos a sufrir, volví a llorar, volví a creer, y sigo creyendo firmemente que la nube de gloria que nos rodeó en 2010, no fue un espejismo.
Y lo creo, sí, porque mi tío, mi padre, mi abuelo, me han contado lo grande que fuiste, las faltas que lanzaba Don Luis, los goles que marcaba Gárate, lo grande que era Arteche, las ligas que ganamos, las copas, la final de Europa que perdimos, la Intercontinental de 74, lo que echan de menos a nuestro mejor presidente, Don Vicente Calderón y me han transmitido que somos grandes. Siempre lo fuimos.
Me da igual que me llamen loca, ultra o enferma del Atleti, yo te amo.
No lo entienden. Cada vez que salgo a la grada del Calderón, me viene a la cabeza la imagen de aquella niña de 2 años que se enamoró de un escudo, y, no niego, que más de una vez me he emocionado simplemente con mirar a ese fondo sur donde empecé a mamar el sentimiento atlético.
Eso, le pese a quien le pese, se llama AMOR.
Amor, en rojo y blanco, a orillas del Manzanares.

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